Esa es la típica respuesta de aquellas personas que nunca han vivido o tenido una navidad. Quizás si sabían lo que era pero la realidad es que, prefieren estar sordos a esas 7 letras que carecen de significado alguno para ellos. También los comprendo, porque para ser sinceros es mejor no darle la cara aquello que causa dolor y recuerdos tristes, de cicatrices marcadas a través de los años en donde no había una caricia, un afecto de aquellos a quienes más esperabas.
Será cierto que hay lugares donde no se celebra la navidad? Pero celebrarla tal cual es su significado, es decir, un tiempo de unión familiar, de perdonarlo todo, de pensar y hacer una suma de todo lo bueno y lo malo que hicimos, de esperar lo inesperable y por un instante volvernos hermanos fraternos sin rencores ni odios.
Pienso que la navidad no es sólo para los niños, la navidad es para todas las personas que tienen algo que dar a su prójimo, y no hablo de cosas materiales, sino de sentimientos y emociones.
Sé que para algunos esta puede ser su primera navidad, o para otros puede ser la última y no importa cuántas hayamos pasado, sino con que intensidad las vivimos. En la iglesia católica se habla de un tiempo de adviento, que para ellos es “preparar el corazón” y librarlo de toda impureza para recibir al niño Jesús. Sin embargo, creo que sea uno o lo otro, lo que importa es no entristecernos, ni pensar en lo que no pudo ser, ni fue.
Nunca han importado los regalos, ni las cenas, ni los festejos. Lo que realmente ha quedado en nuestros corazones ha sido ese sentido de alegría familiar, aun no siendo familia de sangre, el de arreglar juntos la casa, el árbol y el nacimiento, y si ni si quiera eso hiciste como yo, pues nos queda el sentido de llevar miles de regalos la noche del 24, pero no como papá Noel, sino como Martín, Juan y Carlos, como una simple persona. Y no regalos materiales sino esa alegría a quien lo necesita, ese perdón a quién tanto te lo ha pedido, esas palabras de esperanza a quien necesita un poco de aliento y ese abrazo sincero a alguien que quizás nunca recibió uno, o uno desinteresadamente.
Hoy amigos, no es momento de ponernos triste, es momento de dar posada a los buenos sentimientos, a las buenas obras y las palabras dulces, así como un hombre sencillo le dio posada hace más de 2000 años a nuestro Señor.
Y para aquellos “grinch” de la Navidad enseñémosle que la fuerza más grande del mundo es el amor, y que inclusive sus corazones tan duros y fríos como el hielo pueden derretirse ante nuestra alegría de vivir en compañía de todos. Juntos como buenos hermanos.
Que pasen una grata y muy feliz Navidad !!!
Travesuras de un peregrino 